MATAR: UN JUEGO INOCENTE.
La sombra de los
árboles se dibujaba en la arena con un remolineo inquietante, como las palmeras
en la playa víctimas de un viento juguetón.
— ¿Es hora? —Lissie,
apoyada en el alféizar de la ventana seguía los movimientos de las sombras en
la penumbra. Aquél a quien le hablaba asintió y le tendió la mano, dedos
blanquecinos y encorvados.
—Espera un
momento —la niña cerró la ventana y bajó de la silla, tomó la mano que se le
ofrecía y sonrió encantada. Caminaron hasta una casa a doscientos metros,
Lissie entró sin ser advertida y se llevó en sus pequeñas manos el último
aliento de los que allí habitaban.
— ¡Listo! —Sonrió
y estiró la mano, salieron de la casa y su acompañante sonreía, satisfecho.
Caminando de vuelta a casa, Lissie daba saltitos y conversaba alegremente.
Desde una ventana cercana, un hombre mayor veía la escena y con confusión e
intriga se preguntaba ¿Por qué aquella niña paseaba sola a esas horas?
POR: CLAUDIA.
¿Qué esperas? ¡Anímate y participa con el tuyo!
Inquietante microrrelato!
ResponderBorrarUn abrazo
¡Gracias, Abril!
BorrarHola!!! He quedado impresionada con tu relato :)
ResponderBorrarTe sigo desde ya!
Mi blog: http://unadosisdelectura.blogspot.com.es
Besos
¡Gracias, Mar! Ya te sigo... ¡Anímate a compartir con nosotros todas tus ideas!
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