21 de abril de 2015

Dos Monedas De Cobre y Una de Plata

En la zanja a  la orilla del camino a Remil un hombre dado por muerto despereza su  cuerpo entumido, la vista desorientada, una jaqueca peor que cualquier borrachera de vino barato, intento ponerse en pie aquel viajero, su cuerpo se tambaleo sentado, mareado y adolorido una de las múltiples manos que su ojo distinguía logro posarse en su cabeza, el dolor se agudizo casi de inmediato, ya más consiente o menos aturdido como ustedes prefieran el hombre siente un caliente sudor correr por su rostro y su mano, el golpe aun latente a pocos apures aún seguía brotando, su memoria volvía de aratos y fue cuando en su mente recordó la película de lo que había pasado, “aquel compañero de viaje un antiguo amigo llevado por la necesidad o quizás la avaricia contra el  atentando” una y otra vez el recuerdo se repitió en su mente él quería cerciorarse que su mente no divagaba, que dando claro de la afrenta de su  compañero de viaje reviso lo poco que le dejo su atacante, unos cuantos harapos y una rama sangrienta, presuroso busco entre sus desgastadas botas y sonrió.
-dos monedas de cobre para cubrir tus ojos y una de plata para el barquero, no necesitas más mi amigo- el viajero respira profundo mientras se pone de pie y levanta la cabeza, olor a sangre en el ambiente, humedad y bosque, un poco de hierba mojada y por ultimo un olor que se aleja, un olor empapado de miedo y traición.- te encontré, ahora es mi turno de golpear…

Michael Duncan H. 08/04/2015

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